No sabemos si el porvenir reservará para el 28 de julio la misma trascendencia que hoy reviste esta efemérides. Tal vez la fecha conmemorativa patria se traslade en el futuro al 4 de noviembre o al 9 de diciembre. Días del inicio de la rebelión de Túpac Amaru y de la batalla de Ayacucho, respectivamente. En cualquier caso, el 28 de julio sólo marca la atadura de lazos de San Martín con parte de la aristocracia limeña, esfera hasta entonces virreinalicia hasta la médula; y que, casi toda, volvió a serlo, peleando contra Bolívar algún tiempo después. Esta nobleza oportunista, por cierto, nada tenía que ver con los valientes montoneros y siquiera con los círculos criollos de variados estamentos que venían batallando heroicamente o conspirando por la independencia en diversos sitios del Perú y aun América.
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