En la segunda mitad del siglo XVIII el Perú continuaba siendo una sociedad dependiente; con doble dependencia, pues no sólo vivía sujeto a la dominación de España sino a la vez se hallaba, indirectamente, debajo de otras naciones europeas. La causa era simple: el mundo hispánico sobrevivía bajo una relativa sujeción económica a las nuevas potencias mundiales.
En ese Perú, la realidad social era muy adversa para las grandes mayorías, puesto que sufrían un múltiple yugo: económico, político, racial y cultural. Asiento de tres razas, aborigen, europea y africana, más sus castas, el Perú colonial devino en una sociedad extremadamente injusta, especialmente para los indios y los mestizos oscuros.
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En ese Perú, la realidad social era muy adversa para las grandes mayorías, puesto que sufrían un múltiple yugo: económico, político, racial y cultural. Asiento de tres razas, aborigen, europea y africana, más sus castas, el Perú colonial devino en una sociedad extremadamente injusta, especialmente para los indios y los mestizos oscuros.
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