Juan José Vega
El amanecer del primero de enero de 1781 marcaba la marcha de las multitudes que guiadas por Túpac Amaru se dirigían a poner sitio al Cuzco, la poderosa ciudad andina. Pero el líder máximo de la revolución no las tenía todas consigo, a pesar de su enorme prestigio. Sabía que, tras de sí, desfilaban 40 mil hombres y mujeres unidos por una fe social, por la cual estaban dispuestos a morir. Pero a la vez no eran soldados, pues carecían de armas y de orden. Ni siquiera eran guerrilleros, dado que avanzaban tumultuariamente, apenas armados de unos pocos fusiles y carabinas y de hondas y garrotes, arrastrando algunos cañones que solamente disparaban piedras. En suma, eran campesinos y de los más arcaicos.
LEER EL ARTICULO COMPLETO
No hay comentarios:
Publicar un comentario